¿Qué es la terapia craneosacral?

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Puede que todavía no te suene demasiado la terapia craneosacral o cráneo-sacral, o que hayas empezado a escuchar hablar de ella recientemente, pero es una técnica que ya tiene un tiempo, pues fue desarrollada en los años setenta a partir de textos existentes desde los años treinta. Toma como base la osteopatía y últimamente muchos osteópatas la están incluyendo al rango de terapias que practican con sus pacientes, por lo que no será difícil que encuentres algún especialista en tu zona.

La sesión de osteopatía cráneo-sacral puede dar la impresión de que están ocurriendo pocas cosas. El paciente está tumbado sobre la camilla y el terapeuta entrenado ejerce muy poca presión con las manos, manteniendo una misma postura durante varios minutos. Con ese contacto, el especialista está estableciendo un balance de cómo se encuentra el paciente y fomentando que el propio cuerpo comience a recibir información que ayudará a liberar las tensiones.

¿Qué molestias puede solucionar la terapia cráneo-sacral?

Lo que más analizará el/la terapeuta que practique esta técnica son las tensiones que ha acumulado la persona tratada. Tanto si ha sido por malas posturas y estrés, como por algún trauma concreto o por un golpe doloroso, la persona puede estar aquejada de incomodidades, dolores o molestias que no sepa a qué achacar. Estos podrían estar producidos por una contracción interna que aún no se ha soltado, aunque hayamos superado el mal trago.

Por lo tanto, si padeces dolores de espalda o musculares, si sufres estrés o hiperactividad, si tienes malestar o sientes que no aprovechas el sueño, si no terminas de recuperarte de una lesión que creías pasada, si hay un dolor concreto que no termina de marcharse… tu problema podría solucionarse o comenzar a ir por buen camino con la terapia cráneo-sacral.

¿Cuáles son los fundamentos de la osteopatía craneosacral?

La terapia la desarrolló el médico y osteópata Dr. John E. Upledger en la década de 1970, partiendo de los textos de William Garner Sutherland sobre osteopatía craneal que se publicaron en la década de 1930. Este último encontraba que los huesos del cráneo se regían con una especie de “respiración”, como las agallas de un pez. La presión arterial o del fluido cerebroespinal puede determinar la presión de estos huesos.

Se basa en que todas las estructuras que componen el sistema craneosacral, es decir: encéfalo, médula espinal, líquido cefalorraquídeo, meninges, huesos craneales, pelvis y sacro, están relacionadas. Por ese motivo, el o la terapeuta normalmente situará sus manos en los dos extremos de este sistema, siendo una de las posturas más habituales la que coloca una mano en lo más alto de la cabeza y otra junto al sacro, con el paciente acostado de lado.

La presión arterial o del fluido cerebroespinal puede determinar la presión de los huesos que componen el cráneo y que, como sabemos, presentan grietas entre ellos. El terapeuta puede “escuchar” esa respiración aplicando una leve presión con sus manos y, una vez estudiados los ritmos del paciente, puede manipular, según aseguran los entendidos, los huesos del cráneo para obtener un resultado terapéutico.

La terapia craneosacral en ningún caso sería suficiente para paliar los efectos de un cáncer, tal como determinó la American Cancer Society, sí puede servir para aliviar síntomas del estrés o la tensión. Para aliviar molestias de espalda y otro tipo de problemas menores, puede resultar muy relajante y tal vez sea solo un efecto placebo, pero esa hora de relax contribuirá a que nos sintamos mejor.

Una manera de liberar el estrés

Por supuesto, lo más importante que podemos hacer es vigilar esos síntomas  como la tensión o el estrés y ver de dónde provienen. Será ahí donde tengamos que hacer cambios para evitar vivir agobiados o dejar de llevar a cabo un día a día lleno de prisas. En otras ocasiones, hemos hablado de formas de afrontar lo que nos presenta cada jornada para tomárnoslo de manera más relajada o para, al concluir el día, ser capaces de expulsar lo que nos atormenta.

Si una sesión de yoga y meditación o algún otro tipo de sistema de los que están pensados para rebajar nuestro ritmo de rutina y permitirnos estar más en paz, esta terapia puede ayudarnos igualmente. De hecho, es más fácil dejarse llevar por ella que la meditación, debido a que no pide tanto de tu parte. La exigencia de “dejar la mente en blanco”, que a tantos nos cuesta cumplir, no existe aquí. Además, el contacto resulta placentero, más o menos como el de un masaje, por lo que aún es más fácil sentir la relajación.

Referencias

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